Desde los comienzos de la cultura del hombre es común usar a los animales en relatos para identificándolos con las cualidades de los humanos satirizarlos y sacar una conclusión didáctica, una moraleja. Esto es lo que venimos a llamar Fábulas, y fábulas han existido siempre. Uno de los primeros en recopilar las fabulas que se transmitían por tradición oral fue Esopo, cuya obra basada en historias populares fue después recopilada por el también fabulista francés La Fontaine.
LA VIDA DE PI, film dirigido por Ang Lee tras muchos años de problemas de producción, se basa en un libro de Yann Martel. La historia narra la vida de un muchacho hindu, Piscine Molitor Patel, Pi. Su familia dueña de un zoo en la India deciden emigrar a Canadá con todos sus animales. Durante el viaje en barco sufren un accidente, Pi será el único superviviente junto varios animales, entre los que se encuentra un tigre, Richard Parker.
LA VIDA DE PI es una película bonita, bonita en el sentido de preciosista. Y esto es, a la vez, su mayor ventaja y mayor inconveniente. Ang Lee tiene la obsesión por la filigrana del montaje superpuesto y por mostrar unos planos que quieren asemejarse a postales. Pero lo que al principio resulta llamativo para el espectador a mitad de película puede resultar cargante. Por lo tanto, esto se convierte en un arma de doble filo.
La relación que entablan Pi con el tigre recuerda a las fábulas de animales antes nombradas. La moraleja que podemos extraer del film varía de un espectador a otro, algo que favorece la propia religiosidad del protagonista y todo el relato. Aunque supongo que nadie es ajeno al carácter de superación personal que tiene LA VIDA DE PI, como una persona en una situación límite es capaz de sacar fuerzas incluso en los momentos en los que esa situación se vuelven peores. Quiero pensar que está enseñanza deberíamos aplicarla todos en estos momentos de crisis. Para eso están las fábulas, para usarlas.
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