CINE: SKYFALL o La caída y ascenso de James Bond

Escribir sobre la última película de James Bond, SKYFALL, es como escribir sobre muñecas rusas una metida sobre otra. Es bien conocido que en lo últimos años la franquicia 007 había sufrido un declive imparable, así que los productores (sabiamente) decidieron que para el 50 aniversario de la saga no había más cocos que hacer algo importante (y vaya que sí).

La decisión más importante fue contratar como director a Sam Mendes (por cierto, recuerdos a tu familia sobre todo a Eva). Mendes es un director reputado con éxitos tanto teatrales como cinematográficos como AMERICAN BEAUTY, CAMINO A LA PERDICION o REVOLUCIONARY ROAD, pero Mendes realmente es un artista de la puesta en escena, un compositor de puesta en escena tan grande como la Catedral de Salamanca.

La película se centra en la caída personal del agente secreto para después alzarse, por lo que no es extraño que Mendes nos lo muestre con dos escenas precisas. La caída personal del personaje remarcada con la caída física del tren tras el disparo de su compañera y el comienzo de su levantamiento con la emocionante subida del ascensor tras el sospechoso de turno. La puesta en escena del personaje también se refleja en dos situaciones. Por una parte, una primera en la que Bond aparece hundido moralmente, mostrándose con ropa desaliñada, forma física lamentable y barba canosa de varios días y, por otra parte, su resurgimiento en el que ya aparece afeitado, en plena forma y con sus inconfundibles trajes.

Mendes sabe usar el tempo del film, sabe cuando ralentizar la acción y cuando acelerarla, destacando la planificación de las escenas de pelea en plano fijo para que el espectador sepa todo lo que esta ocurriendo y no se pierda en un montaje de planos cortos, rápidos y que acaban por marear. Pero, sobre todo, Mendes sabe guardarse sus mejores cartas. Su mejor carta es el villano, como no puede ser de otra forma en una peli Bond, un villano que se nombra, se intuye pero que no aparece hasta una hora de proyección. Un villano, Javier Bardem, ambiguo y aterrador en su aparente frialdad, que sólo necesita de una escena para provocar una sensación de enemigo terrorífico, que puede hacer cualquier cosa y que hay que tener muy en cuenta .

En definitiva, SKYFALL sirve tanto como metáfora de la saga Bond que había caído en calidad y que parece que con esta película se ha alzado de su caída  como de comienzo de una nueva etapa para el agente secreto 007 con un nuevo elenco de personajes dentro de su universo. Ahora, señores productores, puestos a ser valientes ofrézcanle la próxima película a alguien que públicamente lleva solicitando rodar una entrega de la misma: ¡QUENTIN TARANTINO!